viernes, 14 de mayo de 2010

  Ayer terminé la última tarjeta de colectivos de $9,30 que tenía. Sinceramente, me dolió un poco, ya que esos mínimos y hasta despreciables aumentos que sufrió la tarifa del transporte urbano de pasajeros han hecho mella en mi bolsillo. Sí, cuando aumenta, no aumente más que de a unos centavos por vez, pero ese aumento no se ve reflejado en lo absoluto en la calidad de servicio que se presta a los ciudadanos.
  Y cuando hablo de la calidad de servicio que se brinda, no hablo de los "colectiveros", ya que ellos son simples empleados de una empresa que lucra con la imposibilidad de algunos de conseguir una movilidad propia. Sino, que me refiero es a los vehículos en los que nos vemos obligados a recurrir. Las unidades se caen a pedazos, los escalones de algunas líneas son demasiado altas para que las personas mayores o con alguna incapacidad puedan subir con facilidad, los asientos que están hechos pedazos y mil cosas más.
  Pero, sin embargo, la gente no dice nada, se calla. Es más fácil agachar la cabeza y seguir al resto, pero es perder el honor, el orgullo de saber que hiciste lo que pudiste para hacer cumplir tus deseos (bueeno no se si tus deseos, pero si tus DERECHOS!).
  En apenas unos dos o tres años ha aumentado muchiiisimo el boleto y hay gente, la que vive de lo que hace en el día, que no puede darse el lujo de pagar $2 cada vez que quiera usar el coletivo. Sé que para el que lee es una boludez (o sea, ¿como alguien no va a tener $2 para pagar un pasaje de colectivo?), pero después de que mi mamá haya trabajado durante un buen tiempo con personas de muy bajos recursos, puedo afirmar que hay familias de cinco integrantes o más que se alimentan con $5. Pero claro, la pobreza no es algo lindo de ver en una ciudad tan linda y de avanzada como Rosario, es más fácil apartar la vista y hundirse en la música que sale de nuestro celular/mp3,4,5,6,78594596/ipod, etc. Pero no quiere decir que porque no queramos ver, la pobreza no exista, porque sí, existe.
  Por ahí, no soy yo quien debiera quejarse, porque todavia puedo pagarlo y supongo que seguiré pagandolo hasta que pueda conseguir un medio de movilidad propio, pero hay otras personas en el mundo, y siempre que podamos hacer algo por el prójimo, deberíamos hacerlo... pero, ¿nuestro ego nos dejará hacer un bien si al hacerlo no podemos conseguir ningun beneficio?
  A razón de esto, siempre escuché un poema que me parecía muy bueno y reflejo de la sociedad de hoy en día y me parece muy importante de conocer:



Cuando los nazis vinieron por los comunistas / me quedé callado; / yo no era comunista. / Cuando encerraron a los socialdemócratas / permanecí en silencio; / yo no era socialdemócrata. / Cuando llegaron por los sindicalistas / no dije nada; / yo no era sindicalista. / Cuando vinieron por los judíos / No pronuncié palabra; / yo no era judío. / Cuando vinieron por mí / no quedaba nadie para decir algo.

(Maca ♔)