En esta sociedad de hoy en día cada vez se hace más común el hecho de que las adolescentes sufran de transtornos alimenticios. Hay una presión cada vez mayor que invade a todas las muchachitas que no tienen la suficiente autoestima para afrontar la vida tal y cual son.
Algunas lo logran, sí. Y son plenas. No necesitan tener las medidas perfectas, porque las mismas no significan tener una vida feliz.
Se hace muy difícil llegar a tener el trabajo soñado, el cuerpo soñado, la casa soñada, el auto soñado, el marido soñado. Es como si quisiéramos abarcar todo, pero no pudiésemos estar seguras de la más mínima cosa. Es un sentimiento extraño el que a veces me invade. Pero no por mí misma, sino por la sociedad en la que van a estar inmersos mis hijos.
¿Es realmente importante conseguir todo eso? ¿O lo más importantes es saber que lo que conseguimos es realmente bueno y digno?
Digo (y por experiencia propia) que en esta búsqueda de lo mejor nos olvidamos de ser. Nos olvidamos de disfrutar, de reir, de cantar, de bailar, de gritar, de sentirnos bien ahora y siempre. Siempre vemos algún defecto en todo. No podemos aceptar que las cosas no siempre son las que queremos, pero sí son perfectas en ese momento. No sé si es lo correcto es culpar a la sociedad. Es lo cómodo. Pero tampoco creo que sea incorrecto. Lo que sí creo es que cada uno tiene que aceptar su papel en la realidad del mundo y hacer lo que pueda lo mejor posible. Sin mentir, sin jugar sucio, sin dagas en las espaldas. Ser auténticos. Únicos. Fieles a nosotros mismos.
(Maca ♔)
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