The boy who lived, will live in our hearts forever :D

   Ayer con unas amigas fuimos a ver "Harry Potter y las Reliquias de la Muerte - Parte 1" y sentí algo muy raro. O sea, la estuve esperando más de un año desde que salió HP6, pero sé que esto es el final de un libro que marcó parte de mi infancia y adolescencia, y NO QUIERO QUE TERMINE. Pero a la vez sí. Si bien ya sé el final de la historia, porque obviamente leí todos los libros (y más de una vez), no puedo creer que ya hayamos llegado al punto de que todo termina realmente. Después de la película que se estrenará el año que viene no tendremos más películas, ni video juegos, ni libros, ni NADA que nos haga sentir un poco partícipes de la historia. Nada que nos dé un poco de esperanza de ver al "Niño que vivió" y a sus amigos (de los que he resaltar al colorado, Ron. ¡Cómo creció ese chico, my God!), y las aventuras que J.K. inventó, casi por arte de magia para ellos. Porque ahora cualquiera se hace llamar escritor, haciendo una novela burda para adolescentes en busca de un amor platónico. Y si bien, Rowling nos dió un poco de romance, nos dió también un nuevo vistazo de la realidad. Inventó un nuevo mundo dentro de Londres, hizo algo que nadie había hecho antes. No se limitó a la típica historia de magos, brujas, elfos, duendes, gigantes, hombres lobo, dragones y centauros, nos hizo ser partícipes de algo más grande y único. Un lugar donde no importaba tu procedencia si eras Mago, Bruja, Squib o Muggle, vos te podías enterar de todo lo que ocurría en el mundo de Hogwarts, la casa donde las cualidades de un mago se potenciaban, las buenas y, lamentablemente, las malas para aquellos con el corazón negro. Hubo momentos de mucha risa, y momentos de lágrimas incesantes. Y de las dos cosas en simultáneo. No puedo describir con exactitud la maraña de sensaciones encontradas que tuve, pero sí sé lo que voy a sentir cuando esto termine. Nostalgia, tristeza, como que una parte de mí se perderá cuando se ponga en negro la pantalla el año que viene.

   Y es que quizás sea la mejor forma de terminar el ciclo. Se suele decir que las cosas que se recuerdan con nostalgia son las importantes. Y en este caso, no se si importante o imprescindible sean los adjetivos. Sino que fue un hito. Este libro está a la altura de la innovación de J.R.R. Tolkien. Y la historia que carga con ella la escritora, que gracias a Dios encontró servilletas para crear esta master piece, es también un aditivo para prestarle aunque sea un poco de atención y leerla. Todavía recuerdo cuando tuve en mis manos el primer libro y la ansiedad con la que viví hasta que leí el segundo. Y así con el resto de la saga. Es impresionante lo que un ser humano puede crear sólo con su imaginación.