Mientras más conozco a ciertas personas, más me alejo del falso ideal que mi mente había imaginado para ellas. Mientras más escarbo en sus pensamientos y en sus planes para el futuro, me doy cuenta cuán distante estaba de la realidad. Los amigos que clavan puñales, los enemigos que te ayudan a levantarte después de una gran caída, gente que no tenía en mi radar, que resultan ser de los más ingeniosas y perspicases de lo que imaginaba, y aquellos a quienes no les perdía pisada y tienen una vida vacía y oscura.
Pero aún así, una levanta la cabeza, medio resignada al hecho de que nunca se termina de conocer a nadie, medio sabiendo que nadie te conoce realmente. Los pensamientos que nadie entiende, más que uno, las preferencias y todo aquellos a lo que le tenemos resentimiento o miedo, las noches en las que solamente querés tomar algo y olvidar y aquellas en las que uno siente que no hay nada mejor que recordar ciertos sucesos se mezclan en el fondo del cerebro y nadie entiende lo que sigue a continuación más que el dueño o la dueña de la mente brillante. Porque no somos más que nosotros mismos quienes nos hacemos algunas jugarretas que terminan tirandonos en la cama con una depresión profunda (bueno, tal vez no es para taanto, pero se entiende a donde quiero llegar, ¿no?)
(Maca ♔)
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