miércoles, 23 de octubre de 2013

   Evidentemente tengo una especie de relación de amor-abandono con el blog. Por no saber administrar mi tiempo, básicamente.
   Hay días en los que me despierto y quiero hacer mil cosas, mientras que hay otros en los que lo único que hago es una cuenta regresiva para volver a acostarme. A principio de año me prometí cambiar de estilo de vida, ponerme las pilas con la facultad, con mi amigos y la familia, y aún así encontrar tiempo para hacer lo que sea que se me diera la gana. Pero, como suele pasarme, estamos ya a finales de octubre a poco más de un mes y medio de terminar el año, y nada cambió. Todo sigue igual. Lamentablemente. Es más, creo que hasta una monja de clausura tuvo más vida social este año que yo. 
   Gracias a la ciencia que existen los celulares y el bendito whatsapp, sino más de una persona pensaría seriamente si sigo con vida.
   Una de las cosas que me había prometido cambiar es dejar de hacer de psicóloga de todo el mundo. Y justamente esta semana me choqué con un camión de frente por eso. O sea, no quiero que se malinterprete, porque una puede descargarse con sus amigas y darse consejos y todo eso. Pero no tengo por qué bancarme la histeria de una fulanita que apenas conozco. Suck it up, girl. Aguantá las banderas vos sola, querida. O encontrá a alguien a quien le importe lo que sea que te puso tan insoportable. Yo no soy esa persona. Ni te conozco... Y, de nuevo, el problema no es esa persona, soy yo. Que hago todo para que la gente no se sienta mal, para que se recupere, para que no se enoje, para que, para que, para que... ¿Y en mi quién piensa? ¿Eh? Mis amigos y familia, claro. Por eso son los únicos que importan. Pero ahí va la idiota de Macarena, tratando de consolar a medio mundo. Soy una genia, merezco un Nobel de la paz. Ok, no es para tanto. Pero un gracias de vez en cuando no vendría mal ¿sabés? Es más, quizás hasta me darían ganas de ayudarte. De nuevo exagero. Pero por lo menos no me limaría tanto la cabeza tener que arreglar situaciones que no me incluyen, en las que no debería ser parte del problema ni de la solución.

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