sábado, 6 de febrero de 2010

Pretty woman ♫

Esta semana terminé las observaciones para la facultad, en el spa donde tiene el consultorio Carlita :), la dermatóloga de mi mami.. Lo que más me sorprendió no fue la complejidad de los casos que se presentaban, ya que la gente que asiste a ese lugar no es gente que necesite algún tratamiento urgente ni llega algún accidentado. Pero lo que sí llamó mi atención fue que la mayoría de aquellos que asisten a ese tipo de lugares necesitan un aventón fuerte en cuanto a lo anímico y un buen subidón de autoestima.

Sí, sé lo que se suele pensar: "Esa gente no tiene ningún problema,si gasta la plata es porque quiere". Y hoy sé que no es así. Hay una chica muy simpática, llamémosla Laura, que con unos treinta y pico cortos va a inyectarse botox, ya que ve unas "arruguitas" al costado de sus ojos que no le gustan. La gente la mira como si estuviese loca, pero no es así. Lo que necesita esta chica es que alguien le diga que está perfecta tal y como está, que no necesita que se le inyecten toxinas para que se vea bien, porque es joven y tiene una piel estupenda (un poco seca, pero no viene al caso).

Pero el mundo y nuestra sociedad está cayendo en un espiral decadente del que no creo que sepa cómo salir. El caso de Laura es el de muchas mujeres ahí afuera, que gastan dinerales en productos de belleza cuando en realidad no es necesario, cuando se tendrían que alabar las diferencias fisionómicas de las personas, porque son las cualidades que nos hacen únicos, y no (como se hace ahora) tratar de estandarizar y hacer que todos parezcan salidos de la misma madre, porque ¡despierten! nadie va a terminar siendo una supermodelo a los 50 y las que lo parezcan van a sufrir mucho, porque hubo demasiadas cosas que se perdieron. Y con esto no digo que no hay que cuidarse ni mimarse, OBVIO QUE HAY QUE HACERLO, lo que digo es que no hay que matarse en el intento. Hay que saber disfrutar de los pequeños y grandes placeres de la vida, y no hay que torturarse por todo lo que no salió tal cual lo habíamos planeado. Porque, lo admito, a los que somos perfeccionistas nos da una bronca bárbara cuando algo no sale como en nuestros planes, pero la vida es así, y aún con los sinsabores, es nuestra vida, y es única. Y aunque no terminemos viviendo en la casa ni en el país de nuestros sueños, las cosas por las que vamos pasando y la gente que vamos conociendo nos enriquecen el espíritu... y eso, al final de cuentas es lo que importa, no la cantidad de cosas o de dinero, o si son de una marca internacional o de calle San Luis, lo que importa en realidad es el camino que transitamos y lo que disfrutamos de él. Y nuestras acciones para con los demás.

Por eso es que hoy más que nunca estoy convencida de que en esta vida no hay tiempo para dudas, hay que hacer lo que uno sienta que es lo correcto, sin detenerse a pensar si habrá personas que estén de acuerdo, porque es más que seguro que habrá miles en contra, pero en lo que sí hay que pensar es el daño colateral (por así decirlo) y si este afecta a más personas de forma negativa que en forma positiva. Porque es mentira que una persona puede ser feliz dañando a otros. O por lo menos para mí eso es imposible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario